ARQUITECTURA SOSTENIBLE, MEJOR CON MADERA
El uso de la madera en construcción tiene asociadas no pocas connotaciones en el imaginario colectivo del sur de Europa. Muchas de ellas son negativas, como su resistencia a los elementos (agua, fuego, terremotos…) o su durabilidad. Y otras son positivas, como el confort acústico, la calidez o la generación de espacios saludables.
Desde nuestra experiencia, las connotaciones negativas asociadas a la madera con frecuencia están ligadas a aspectos como un uso inadecuado de ciertas clases de madera, un inadecuado mantenimiento, y en general a la falta de conocimiento que en nuestra cultura tenemos sobre este material.
Por otro lado, el conocimiento popular sobre los beneficios de la presencia de madera en los edificios suele obviar uno muy importante: sus grandes ventajas desde el punto de vista de la reducción del impacto ambiental. ¿Por qué construir con madera es sostenible? Para comprenderlo, vayamos a la raíz del problema.
La protección del clima
Hay dos principios esenciales relacionados con la protección del clima. Uno es reducir las emisiones de gases con efecto invernadero y otro ampliar los sumideros de carbono en el planeta.
Estos principios se traducen en el establecimiento de una compleja política climática orquestada desde la ONU (1) que nos compromete a medidas como: el ahorro de energía y aumento de la eficacia de la energía utilizada, la reducción del volumen global de transportes o el aumento de la eficacia energética de las centrales de producción eléctricas, la progresiva eliminación de la dependencia de combustibles fósiles en favor del aprovechamiento de energías renovables, la reducción de la contaminación y protección de la diversidad biológica y… la explotación sostenible de los recursos naturales, lo que en el sector de la construcción se traduce en el uso de “materias primas regenerativas», término esencial en economía circular.
Por qué la madera es un material ecológico
Hay dos maneras de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y especialmente del mayoritario que es el CO2: ampliando los «sumideros de carbono» y reduciendo las «fuentes de carbono». (2)
Por «sumidero» entendemos cualquier forma natural o artificial de absorción y depósito del CO2 atmosférico, y por «fuente», cualquier foco de producción y emisión. El mecanismo más importante de fijación de carbono es la fotosíntesis, que se genera principalmente en bosques, arrecifes y plancton. Con el consumo de combustibles fósiles y otras acciones, en el planeta se liberan anualmente 7900 millones de toneladas de carbono. Sin embargo, los sumideros de carbono absorben unos 4600 millones, lo que significa un crecimiento anual de 3300 millones de toneladas.
Las cuentas no cuadran: no es posible compensar las emisiones reduciendo simplemente las fuentes de carbono, sino que es necesario ampliar además los sumideros de carbono para avanzar hacia un equilibrio.
Un material 2 en 1
Con el uso de la madera aunamos estas dos acciones, es un producto «2 en 1». Un árbol puede fijar grandes cantidades de CO2 y almacenarlas en la madera gracias a la fotosíntesis. Esto convierte a los bosques en un valiosísimo sumidero de carbono. (3)
La regla general que suele aplicarse es que 1 m³ de madera fija entre 0,9 y 1 tonelada de CO2 (4). Pero además, el uso de la madera frente a otros materiales alternativos genera una reducción de las emisiones, valorada actualmente en 1,1 toneladas por término medio. Sumando ambos valores, conseguimos un ahorro total de 2 toneladas de CO2 por cada metro cúbico de madera usado en la construcción. Impresionante, ¿verdad?
Además, hay que tener en cuenta que los productos derivados de la madera permiten un considerable ahorro de energía en su fabricación, transporte y puesta en obra, que es aproximadamente 15 veces superior que usando hormigón y 400 veces que con acero (5). Si consideramos que el 30% de las emisiones globales de CO2 y el 40% del consumo global de recursos se debe al sector de la construcción, comprendemos la inmensa importancia del uso de madera en sustitución de otros materiales de construcción.
Ante este telón de fondo, el atractivo de la madera como material de construcción no va a hacer sino aumentar exponencialmente en un futuro en el que la sostenibilidad será cada vez más esencial para nuestra civilización.
La explotación forestal sostenible
Ante esta explicación, el siguiente prejuicio popular suele ser: “Pero para construir con madera… ¡tenemos que sacrificar los árboles, talar los bosques! ¿Cómo puede esto ser ecológico?”
La realidad es que la madera como material ya es de partida más ecológico que otras opciones debido a su procedencia natural y su baja manipulación, que reduce su impacto en todas las fases del Análisis de Ciclo de Vida. Pero esta cualidad no basta para poder considerar que es un material sostenible. Para que así sea tiene además que haberse producido en una explotación forestal sostenible.
Los criterios para establecer si una explotación forestal es o no sostenible fueron establecidos por la ONU a partir de la Conferencia sobre el Medio Ambiente de Río de Janeiro (1992), que fueron traducidos en directrices y desarrollo de programas. En Europa, más del 80% de los bosques están sometidos ya hoy a estos criterios.
El organismo oficial que vela por la protección de los bosques y la sostenibilidad de las explotaciones forestales es la Conferencia Ministerial sobre Protección de Bosques de Europa (CMPBE), fundada en 1990 y con sede en Noruega a la que pertenecen 46 países europeos. Desde este organismo se coordinan diversos sellos independientes, siendo los principales el PEFC y el FSC. Estos instrumentos de certificación comprueban aspectos como: la procedencia de la materia prima, que debe ser de bosques cultivados y explotados de forma sostenible, y el funcionamiento del sistema de control instalado en la empresa en relación a las normativas europeas.
Por tanto, el uso de un producto de construcción derivado de la madera que esté correctamente certificado no sólo es garantía de reducción de la huella medioambiental. Lo que conseguimos es la generación de un “impacto positivo” que puede ayudar a compensar el alto impacto de otros materiales presentes en la mayoría de las obras de edificación, como el hormigón armado.
Mejor con madera
La introducción de los productos derivados de la madera, no como un mero adorno o apósito, sino como algo esencial en la arquitectura, no sólo tiene evidentes ventajas medioambientales. Construir con madera lleva a crear espacios según una lógica, una estética y unas posibilidades muy particulares en prácticamente todos los aspectos del proyecto. Es lo que llamamos “pensar en clave de madera”. En próximos artículos iremos desgranando algunos de los aspectos que consideramos más importantes. ¡Hasta muy pronto en maderayconstruccion.com!
[1] Para más información sobre el estado actual de la política de Acción por el Clima en la Unión Europea, recomendamos visitar este portal: https://ec.europa.eu/clima/citizens/eu_es
[2] Los términos «sumideros de carbono» y «fuentes de carbono» provienen del Protocolo de Kyoto. https://es.wikipedia.org/wiki/Protocolo_de_Kioto
[3] Recomendamos echar un vistazo a este artículo del blog HayEco.com ¿Qué pasaría si plantáramos árboles en vez de quejarnos del cambio climático? https://www.hayeco.com/blog/qu-pasara-si-plantaramos-rboles-en-vez-de-quejarnos-del-cambio-climtico
[4] Esta regla del 1 m³/ 1T CO2 es una media estadística basada en la madera procedente de bosques certificados y producida con fines industriales. En la realidad, la capacidad de absorción es muy variable dependiendo de factores como la especie y la longevidad del bosque: http://www.abc.es/sociedad/abci-capacidad-arboles-para-absorber-esta-limitada-longevidad-201701122018_noticia.html
[5] Fuente: http://www.klh.at/
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