CASA GAVÀ MAR #Arquitecturademadera

Arquitectura: Roman Izquierdo Bouldstridge

Fotografía: Adrià Goula

El proyecto consiste en la transformación de una antigua oficina de 60men una vivienda para una pareja. El espacio goza de las impresionantes vistas de la Playa de Gavá Mar, un cuadro en continua transformación compuesto por pinos que dejan ver el mar entre los troncos de sus árboles. El concepto principal del proyecto consiste en generar un paisaje interior natural que entre en armonía con el entorno exterior.

La línea del horizonte dibuja la cambiante dualidad entre el cielo y el mar, tan sensiblemente reflejada en la obra Seascapes de Hiroshi Sugimoto. El diseño pone en valor dicha horizontalidad mediante un juego de niveles a diferentes alturas, dando lugar a una sucesión de horizontes en el interior de la vivienda.

Niveles:

El programa se resuelve mediante un único espacio abierto que potencia la entrada de luz natural en la totalidad del espacio. El objetivo es proporcionar la experiencia de contemplar el paisaje desde todas las estancias, a excepción de la única que está cerrada, el baño. El diseño concibe los cambios de niveles y alturas como límites invisibles que unen y separan las diferentes estancias entre sí. La flexibilidad de su uso, dado su carácter no restrictivo, da lugar a un diseño que permite adaptarse a las necesidades cambiantes de los habitantes. Al mismo tiempo, se consigue una mayor percepción de amplitud espacial, enfatizando la altura de casi 5 metros.

Desde la entrada, una profunda visual cruza la totalidad de la vivienda hasta el mar. Una escalera escultural da acceso al nuevo altillo de dos diferentes niveles, el estudio y la habitación. El tercer plano horizontal, también suspendido entre los dos muros medianeros, da lugar a una larga mesa que evita la caída a la planta inferior. Tras bajar unos escalones desde la entrada, la estancia de cocina-comedor comprime el espacio en sentido vertical, para posteriormente expandirse en el lugar más cercano al mar. La sala de estar se concibe como un jardín interior de doble altura, ampliando el reducido balcón en un ambiente lleno de luz y naturaleza.

Materialidad: 

El diseño plantea dos decisiones constructivas que responden a la intención de crear un lenguaje simple y unitario, otorgando una nueva identidad al espacio. La primera proporciona el máximo de luminosidad a la vivienda; se pinta de blanco el pavimento y los muros medianeros, formados por bloques de hormigón. La segunda pone énfasis en los planos horizontales; la madera de las bigas de abeto laminado, juntamente con los tableros machihembrados, contrastan con el nuevo escenario abstracto creado. La elección de los materiales responde tanto a una búsqueda estética como de una intervención sostenible.

Naturaleza:

La presencia de un jardín interior pretende expandir la vegetación de la playa en una nueva atmosfera natural interior. De esta manera, el proyecto es una oportunidad de acercar al hombre a su estado original de conexión con la naturaleza. El movimiento vertical de las plantas trepadoras dibuja un recorrido de hojas verdes en el espacio vacío. Se trata de la belleza intrínseca de lo imperfecto e impermanente en el tiempo. La dualidad entre la materia viva y muerta; las irregulares formas de los troncos de los pinos en contraste con las bigas que en su día formaban los troncos de abetos. Un paisaje entre lo orgánico y lo abstracto que difumina los límites entre el interior y el exterior.

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