FRANK LLOYD WRIGHT: DOMESTICAR LAS IDEAS
Una obviedad: la arquitectura se construye. Es terrenal, sujeta a las leyes de la materia, a la gravedad, a la resistencia del terreno donde se asienta, al clima, a la erosión y el desgaste que imponen todos estos elementos.
Pero la arquitectura es también voluntad de expresión. Es la materialización de una idea. Es el querer trascender la naturaleza. Es el símbolo de una humanidad que jamás se ha detenido ante nada en su voluntad de vivir mejor, de trascender, de realizarse. Estas consideraciones están grabadas en lo más profundo de las convicciones de cualquier arquitecto que se precie, y que muchas veces pasará por encima de su formación, de las técnicas conocidas, de las limitaciones que impone un material en su voluntad de materializar sus obras.
No es posible entender la arquitectura de Frank Lloyd Wright de otro modo. Wright va más allá de cualquier material, de cualquier técnica en su intento de desarrollar las arquitecturas que le interesen. Wright desafía. Solo de este modo se pueden entender proyectos como la Casa de la Cascada o el Rascacielos de una Milla, o, más importante, este afán por caracterizar su obra mediante voladizos imposibles, estructuras de grueso mínimo, hormigones moldeados como si de esculturas se tratasen y demás materiales llevados a su mismo límite. Pero Wright no será nunca un arquitecto platónico para quien la realidad sea algo que contamine sus ideas. No. Wright es un arquitecto con voluntad de construir, terrenal, consciente de que los edificios envejecen y se mantienen y sudan y tienen humedades y se parten en dos si te despistas. Y así los expresará, los caracterizará con un amor al lugar, a lo vivo, a lo vegetal, a lo humano impresionantes, que es lo que da a su obra esta doble condición de idea abstracta, casi sobrenatural, y de construcción doméstica que nunca se impone al ser humano. Su obra, en su afán de ser doméstica, llega al extremo de ser habitada por sus propios muebles más que por las personas: también estamos hablando de alguien para quien la vida familiar está ritualizada, siendo tan artificiosa como una ceremonia del té o una obra de bunraku [I]
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Wright es un arquitecto indefectiblemente ligado a la madera por varias razones simultáneas.
La primera y más importante es que la madera es uno de los materiales en que permite expresar mejor esta doble condición de la arquitectura wrightiana: es susceptible de ser llevada al límite y más allá, de crear estructuras osadas, de ser trabajada en muebles, de aceptar múltiples geometrías, de ser usada para todo: estructura, muebles y acabados. Incluso puede ser quemada para ser usada en calefacción y ser usada como material contra el fuego.
La segunda razón es que la madera es un material muy americano. Obviamente la madera es universal, pero los EEUU se la han hecho suya tanto como recurso barato y renovable como por la enorme inteligencia que se le asocia: hay muchos y buenos carpinteros capaces de poder hacer casi cualquier cosa con ella, y los hay por todo el país. La madera es el material por defecto de la arquitectura wrightiana. También es el material que le permite construir barato: las casas anunciadas en Ladies’ home journal son de madera. Las casas usonianas, a las que volveremos más tarde, son de madera. Los americanos se toman la madera tan en serio que en estos momentos EEUU produce más oxígeno que el Amazonas, y lo hace por tres factores: uno, los bosques son artificiales, se han adehesado. Dos, se explotan comercialmente. Esto fuerza a que la tala sea selectiva y a un control de la renovación importante.
Tres, los árboles no mueren en el bosque. Un árbol que muere de viejo libera el CO2 que se ha comido en vida. Esta sensibilidad para con los bosques, ahora llevada al límite, ya está presente en los tiempos de Wright, que tomará toda esta inteligencia y la perfeccionará. Y, más importante, contribuirá a aumentar todavía más su prestigio tanto por el uso de sus estructuras como por la calidez de sus espacios.
Lo va a ser por este factor de utilidad, lo va a ser por su capacidad de expresión y, más importante, lo va a ser (particularmente en las ya citadas casas usonianas) porque la madera estará en la base de una comprensión holística de la arquitectura, esta arquitectura global de Wright que comprende desde el árbol que da los tablones, plantado en la propia parcela, hasta los elementos que se tocan y se desgastan pasando, como ya se ha dicho, por la estructura, los cerramientos, los acabados y los muebles. Otros materiales van a permitir a este arquitecto construir este puente entre lo táctil y lo ideal. Ninguno como la madera va a permitírselo hacer en todas las escalas.
[I] Ese alucinante teatro japonés de marionetas en que los titiriteros se ven, conocido por Wright. El bunraku es una de las formas de arte más refinadas, sutiles y potentes jamás concebidas por el hombre.
Editores del post: Maderayconstruccion
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Jaume Prat
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