LA CABAÑA PRIMITIVA ERA DE MADERA 1_3

Podemos entender cualquier manifestación artística como una manera de preguntarnos sobre el origen. Sobre qué origen dependerá de muchos factores. La historia de la arquitectura ha dado muchos debates esencialistas, la mayoría de ellos centrados en la hipótesis de identificar el origen del habitar con el origen de la civilización.

Una de las múltiples respuestas a esta pregunta ha sido el mito de la Cabaña Primitiva. Éste se explica muy rápido: los primeros moradores construyeron un techo (un refugio) en el bosque donde podían vivir en armonía con la naturaleza. La sucesión de estos refugios dio la ciudad. Su sofisticación dio la cultura. Los arquitectos tendemos a querer dibujarlo todo: nuestra imaginación tiene más que ver con hacer cosas con las manos que con la vista. Se imponía representar esta Cabaña Primitiva, y cada una de estas representaciones es un proyecto interesante, relevante e influyente de arquitectura. La suma de todos ellos ha mantenido ocupados a generaciones enteras de arquitectos investigando de una manera o de otra un retorno al origen.

Representación de Laugier, la única que apenas tiene construcción.
Representación de Laugier, la única que apenas tiene construcción.

Todos estos proyectos de Cabaña Primitiva tienen un rasgo en común: su estructura es de madera. En la mayoría de ellos la madera es el único material empleado: el Bosque no sólo da refugio. También provee el material de construcción, permitiendo la identificación de este artefacto con su entorno.

Representación de Perrault.
Representación de Perrault.

La Cabaña Primitiva no se ha preocupado demasiado por ser un concepto científicamente válido. Es un mito y se ha trabajado como tal. No se trata de considerarla el origen de la arquitectura en el sentido antropológico de la expresión. Más bien podríamos considerarla el origen de la arquitectura culta.

Y todas sus manifestaciones son en madera. Así que la construcción en madera está en el origen de la arquitectura culta: los huesos, los esqueletos, la necesidad de protección del agua transformados en columnas, dinteles, cornisas, impostas, vuelos, etcétera. El clasicismo es una arquitectura de sombras preocupada por resolverse a sí misma mediante la explicación (a veces inventada) de su sistema portante. Así, incluso cuando ésta es de muros y arcos el esqueleto se esgrafía, se disfraza en un intento más o menos bien resuelto de crear un exoesqueleto que dé esta ilusión de arquitectura adintelada. Esta voluntad ha quedado tatuada en la arquitectura como una especie de ideal.

A esto hay que sumarle otra creencia bastante extendida sobre la Cabaña Primitiva como el grado cero del confort: este momento arcádico, seminal, de la humanidad tiene que ser forzosamente agradable e idílico. Su arquitectura también.

Diversos arquitectos e intelectuales transformados momentáneamente en ellos han decidido refugiarse en la Cabaña Primitiva en algún momento de sus vidas. El mito está incluso en el cine (y por extensión en la cultura popular) sin que nos demos demasiada cuenta de ello: es tan potente que ha quedado incrustado en nuestro subconsciente.

Fotograma de Shooter (2007): el protagonista, harto de la sociedad, se refugia en la Cabaña Primitiva.
Fotograma de Shooter (2007): el protagonista, harto de la sociedad, se refugia en la Cabaña Primitiva.

La filosofía del siglo XX ha encontrado a algunos de sus más importantes representantes refugiados en la Cabaña Primitiva después de alguna catástrofe o guerra importante, como si vivir allí se pudiese interpretar como un reset del conocimiento. Es el caso de Ludwig Wittgenstein en su estancia en Noruega posterior a la Primera Guerra Mundial y de Martin Heidegger en su Selva Negra después de la Segunda: artificios colocados en el extremo de un bosque, rudos, exigentes con el habitante, que se ve forzado a tareas de mantenimiento constante hasta el extremo que la casa pasa a ser un personaje más de su hábitat. Este trabajo físico, esta comunión con el entorno, esta construcción más o menos literal de esta Cabaña Primitiva deriva en última instancia en su transformación en algo parecido a una máquina de pensar.

La Cabaña Primitiva de Heidegger
La Cabaña Primitiva de Heidegger

 

La Cabaña Primitiva de Wittgenstein
La Cabaña Primitiva de Wittgenstein

Diversos arquitectos han construido sus versiones de la Cabaña Primitiva para sí mismos en algún momento de sus vidas. En este artículo nos remitiremos únicamente a las que son de madera: Erik Gunnar Asplund lleva su artefacto al límite del refinamiento al hacer dialogar por oposición una cabaña refinada, blanca, ceremonial (casi parece la escenografía de una vida familiar ideal) con un entorno casi virgen. Quizá sea la Cabaña Primitiva mayor de todas las que se hayan construido sin ser, sin embargo, una casa demasiado grande.

La Cabaña Primitiva de E.G. Asplund
La Cabaña Primitiva de E.G. Asplund

Le Corbusier se tomará el mito mucho más en serio construyendo el Cabanon en Cap Martin, un proyecto que retrata al arquitecto más que ningún otro. Si Asplund escenifica con ella su idea de civilización Le Corbusier escenifica la idea del Buen Salvaje, un Buen Salvaje ya con sirvientes, con la civilización al alcance de la mano o, mejor dicho, al otro lado de una medianera sistemáticamente escondida en todas las fotografías: el Cabanon es una construcción adosada al chiringuito de su amigo Rebutato, que lo alimenta y lo cuida, y próximo, demasiado próximo a la casa e-1027, con la que crea una relación de envidia, dependencia y acoso realmente chunga que escapa a cualquier mensaje que pretenda dar en este artículo.

El Cabanon, La Cabaña Primitiva de Le Corbusier
El Cabanon, La Cabaña Primitiva de Le Corbusier

Me centraré en la Cabaña Primitiva de otro arquitecto tan interesante como poco conocido: el británico Ralph Erskine, que desarrolló gran parte de su carrera en la Suecia donde vivió algunas décadas de su vida.

The Box, La Cabaña Primitiva de Ralph Erskine
The Box, La Cabaña Primitiva de Ralph Erskine

Erskine construirá su cabaña en un bosque de Suecia. Es un asentamiento permanente en el que vivirá gran parte del año, incluyendo el crudo invierno local. La cabaña, de pequeñas dimensiones, cumple todos los requisitos del mito: el contacto con el medio, la búsqueda de lo esencial, la vida al margen. Erskine, hombre hedonista que no renuncia a la comodidad en este medio, no va a compartimentar su cabañita: la confrontación de un núcleo de piedra con la puerta de acceso es suficiente como para crear una pequeña cocina entrando a mano derecha. A mano izquierda hay un espacio más o menos libre. Este núcleo de piedra tendrá su chimenea interior y su chimenea exterior, porque se va a proyectar más allá de los límites del espacio interior hasta el mismo límite de un voladizo que forma una veranda: y es que esta Cabaña (novedad) creará su propio espacio exterior en forma de galería-balcón que lleve este refinamiento interior a un espacio donde no sentirse tan a la intemperie, un filtro que permita todavía más relación (y todavía más rica) entre el interior y el exterior.

Esta Cabaña trata la madera de una manera especialmente curiosa: no sólo va a constituir su estructura, sus cerramientos, su pavimento, sino que también va a explicitar que dicha madera es lo que torna la casa habitable. Para entender este gesto debemos entender que habitar un espacio tan libre como este de una manera cómoda requerirá que dicho espacio pueda configurarse como si de un ordenador se tratase. En lugar de zona de día y zona de noche está la configuración de día y la configuración de noche. Esta última se logra descolgando una gran cama desde el techo donde de día crea un cielo raso sobre la zona de estar: el espacio se usará siempre en verdadera magnitud, completamente equipado. El espacio no va a ser solo configurable diariamente. También lo va a ser estacionalmente. La madera que se quema para que la casa funcione queda almacenada en su cara norte contribuyendo a su aislamiento[I] . A medida que se va quemando va avanzando el invierno. En verano, cuando apenas es necesario quemar leña, la leñera está vacía y la casa está refrescada: el bosque cobija, proporciona el material para construir la casa y la alimenta. Literalmente. El que el arquitecto habitase esta Cabaña Primitiva de manera tan prolongada lo llevó a ser uno de los que más cosas ha dicho en la materia de vivienda en cualquier configuración, fuese lidiando con una gran autopista, fuese en el mismo Círculo Polar Ártico[II] : la Cabaña Primitiva sigue mostrando proyecto a proyecto su vigencia.

The Box: vista de la pared norte-leñera, de la sala con la cama descolgada y del arquitecto trabajando.
The Box: vista de la pared norte-leñera, de la sala con la cama descolgada y del arquitecto trabajando.

[I] Conceptualmente es muy fácil de entender: el aislamiento térmico es aire quieto. No aísla el material, sino este aire que contienen sus poros. Cuanto más quieto (con esto me refiero a las microcorrientes de convección y demás), más aísla.

[II] Y siempre construía muros. Y muchas veces en madera.

Fotos: http://lindmanphotography.com/?work=the-box-ekero

 

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Jaume Prat

Jaume Prat

Arquitecto. Construyó hasta que la crisis le forzó a diversificarse. Actualmente escribe, edita, enseña, conferencia, colabora en proyectos, comisario exposiciones y fotografío en diversos medios nacionales e internacionales. Publica artículos de investigación y difusión de arquitectura en www.jaumeprat.com. Diseñó el Pabellón de Cataluña de la Bienal de Arquitectura de Venecia en 2016 asociado con la arquitecta Jelena Prokopjevic y el director de cine Isaki Lacuesta. Le gusta ocuparse de los límites de la arquitectura y su relación con las otras artes, con sus usuarios y con la ciudad.

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