LA MADERA Y LA FORMA URBANA
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Cuando hablamos de sostenibilidad hay una pregunta que nunca ha sido fácil de contestar:
¿Por qué la arquitectura dejó de usar materiales como la madera para pasarse a otros más costosos de producir, más causantes de residuos y más difíciles de reusar?
Primero porque una respuesta afirmativa no es del todo cierta. La madera jamás se ha marchado, siendo un material profusamente utilizado, incluso el preferido, por arquitecturas que no suelen publicarse: las verdaderamente populares. La segunda razón que aventuraría, la que más me interesa en este escrito, es cultural. Hace poco un guitarrista profesional me enseñaba su instrumento, una guitarra National (1) de 1954 que había ido pasando de músico en músico como el tesoro que es. La guitarra tiene adornos de un plástico que amarillea por la edad, manteniéndose, eso sí, sorprendentemente íntegro a pesar de este envejecimiento tan feo: el plástico era el material guay de la época, lo más de lo más, y en 1955 se usaba como un material precioso a pesar de lo contaminante de su producción.
Lo mismo pasa con la arquitectura: las viguetas de hormigón pretensado envejecen peor, contaminan más y aceptan peor las humedades que la madera. Pero culturalmente eran «lo más» hasta el extremo que todas las arquitecturas significativas publicadas se hicieron durante una época necesariamente en hormigón.
En artículos anteriores comenté que la madera era el origen de la arquitectura clásica, cuyo vocabulario es el inductor de sus códigos formales, traspasados a la piedra para, siglos más tarde, volver al material original.
En este artículo contaré como la madera como material, sus técnicas, su industria, están en el origen, también, de nuestra morfología urbana.
LA MADERA, ORIGEN DE MORFOLOGÍA URBANA
Una ciudad es una agrupación de personas con intereses contrapuestos que colaboran e interactúan para crear algo parecido a un bienestar lo más amplio posible. Para hacer esto posible se estructuran en base a dualidades que puedan hacer posible este conflicto de intereses. Lleno/vacío. Público/privado. Dentro/fuera. Circular/estar. Etcétera. Es cierto que todo espacio urbano que se precie ha desarrollado una riquísima variedad de espacios intermedios. Éstos, sin embargo, solo son estructurales tanto en cuanto balancean estos polos.
Cuando pasamos a la célula básica de una agrupación urbana nos encontramos también dos elementos complementarios, uno vertical, otro horizontal. El vertical separa dos espacios diferentes y provee intimidad. El horizontal cubre los espacios resultantes y los divide. Los elementos verticales nacieron de materiales comprimibles: la misma tierra, cocida en forma de ladrillos o simplemente encofrada en forma de tapia, o piedras.
Los elementos horizontales nacieron de madera.
EL MÓDULO DE LA VIGUETA, MÓDULO URBANO
La madera está en el origen de la agrupación urbana. De su módulo, que es el módulo de una vigueta, de la lógica de su crecimiento. Los dos elementos, el vertical y el horizontal, forman un cobijo que privatiza, segrega y protege de los elementos una unidad de habitación. Esta unidad, este módulo lleva también implícita la lógica de agrupación que hace que a una ciudad se la pueda llamar ciudad. Este mismo módulo lleva implícita su lógica de crecimiento en horizontal (perforando medianeras, girando las viguetas) o en vertical (apilando forjados).
El módulo urbano, sorprendentemente homogéneo en muchas culturas del mundo, es cultural. El material que está detrás de esta cultura es, casi en todos los casos, la madera: una vigueta tiene el mismo rango de longitudes casi en cualquier lado, lo mismo que un tablero. El uso y la renovación de estos materiales da una lógica de cuidado y explotación de los bosques, primando unas especies de árboles sobre otras, lo que da origen a un paisaje. La madera desarrolla un amplio rango de trabajos, de artes y de oficios.
LA MADERA, RESPONSABLE DE NUESTRO PAISAJE URBANO
Es decir, detrás de los paisajes urbanos de agrupaciones de casas entre medianeras formando manzanas cerradas de muchos tipos diferentes, de las casas con un delante y un detrás, de las casas patio y de tantas otras maneras de agrupar casas en una ciudad está la cultura que ha creado el uso de la madera.
Y, lo mismo que ésta provocó los códigos del clasicismo al ser traspasado su lenguaje a otro material, la morfología urbana siguió los módulos de la madera incluso en las ciudades en donde ésta dejó de ser el material predominante: una vigueta estándar de hormigón sigue el mismo módulo que una de madera. Su lógica estructural es la de la madera, y lo fue hasta que se desarrolló una cultura propia del hormigón a base de grandes cantos, prelosas, etcétera… lo que está lejos de ser la norma en las construcciones estándar, que suelen seguir siguiendo la lógica de la madera.
Más allá de los tejados cerámicos y de las paredes revocadas, la cultura de la madera ha sido la responsable de que nuestros pueblos y ciudades sean como son.
Quizá por eso resulta tan fácil volver a ella.
(1) Mucho menos conocidas que las Fender o las Gibson que fijaron los dos arquetipos de guitarra eléctrica existentes, National Guitars fue fundada en los años 30 por los californianos (a pesar de sus apellidos) John Dopyera y George Beauchamp con Adolph Rickenbacker, que más tarde haría historia con su propia marca. Su objetivo inicial era producir guitarras resonadoras (los famosos dobros) para los músicos country y guitarras slide, (no fabricadas, perdón, en madera, sino enteramente en aluminio, por lo que su apodo fue La Sartén) cuyo sonido dependía por primera vez de un amplificador, para los músicos hawaianos. La guitarra eléctrica es inventada, pues, para poder tocar música hawaiana. La calidad de los instrumentos era tan excepcional que no pocas Sartenes producidas en los años 30 siguen en uso.
Editores del post: Maderayconstruccion
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Jaume Prat
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