SECADEROS DE TABACO, RASCACIELOS RURALES EN EL CORAZÓN DE EUROPA
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Durante 200 años, en los siglos XVIII y XIX, la región de Pfalz mostraba su prosperidad en forma de rascacielos rurales. Al oeste del río Rin, en el sur de Alemania, se encuentra un pequeño pueblo llamado Hayna que hoy forma parte de Herxheim bei Landau. Allí, las construcciones de madera sobresalen entre y detrás de las cuidadas casas que aún quedan de los agricultores. Se trata de los antiguos secaderos de tabaco de aquella época dorada, con su idílica arquitectura de entramado de madera.
El cultivo del tabaco dio una oportunidad a la madera
En esos 200 años de esplendor, los secaderos proliferaron con rapidez en las inmediaciones de las plantaciones y los agricultores se aseguraron una vida cómoda durante generaciones con el cultivo del tabaco.
Pero lo que tanto prosperó durante dos siglos, se fue apagando. En 2010 se eliminaron las subvenciones de la UE para el tabaco y 9 de cada 10 agricultores que lo trabajaban decidieron abandonar la actividad. Su cultivo ya no era rentable y la mayoría de los agricultores acabaron en fábricas o se dedicaron a la agricultura de subsistencia. Ya no eran necesarios los secaderos y en pocos años, el aroma de la región cambió por completo.
Antes el picante olor de las hojas de tabaco atravesaba las lamas de los secaderos entre verano y otoño. Luego, en el mejor de los casos, pasó a almacenar madera o maquinaria. Mientras, el paso del tiempo los va desgastando. Cada nueva tormenta desprende un poco más los techos. Además, el dinero para reparaciones o nuevas y originales formas de uso es escaso.
Y a todo esto se suma que, como estas edificaciones son patrimonio histórico, hacer modificaciones en ellas es algo complejo.
Hayna, el pueblo que olía a flor de tabaco
Después de que esta planta de la familia de las solanáceas encontrara su camino a Europa a bordo de las carabelas de Colón en el siglo XV, el sacerdote alemán Anselm plantó las primeras semillas en 1573 en el jardín parroquial de Hatzenbühl.
Durante un tiempo, esta planta fue usada como decorativa por sus vistosas flores e incluso como remedio medicinal en Europa. Pero se desata la Guerra de los Treinta Años y el hábito de fumar llega a Alemania. El cultivo de tabaco se vuelve rentable, muy rentable.
Como cuenta Florian Metz, historiador y miembro de la Fundación para la Conservación de los secaderos:
«En todo Herxheim, el pueblo de 10.600 habitantes al que pertenece Hayna, existen aún alrededor de 200 secaderos de tabaco que definen el paisaje urbano, de los 300 que se documentaron hace dos siglos atrás».
Estos son algunos de los 100 secaderos que Patrimonio Histórico ha declarado como dignos de protección:
Granada y sus secaderos de tabaco, la referencia a 2.000 km de Hayna
Cruzando Europa hasta el extremo sur, flanqueando la ciudad de la Alhambra en plena Vega granadina, también se divisan algunos de estos esqueletos arquitectónicos similares a los secaderos de Alemania.
Sabiamente orientados de este a oeste para evitar la incidencia del sol sobre las hojas durante la mañana y la tarde, las similitudes son evidentes. Pero con ciertos matices. Cuando te adentras en La Vega lo ves mejor. En una zona donde abunda precisamente el chopo y la arcilla, destacan dos tipos según su construcción:
– Los de palos. Cimentados sobre piedra caliza y con una serie de pórticos formando un entramado de palos de chopo (o álamo), árbol muy común en la zona.
– Mixtos. A base de ladrillo macizo árabe en celosía, tirantes de chopo y cimentados con argamasa. Más costosos pero a su vez más duraderos.
Misma tipología e igual función. La Vega de Granada y la región de Pfalz, tan cerca y tan lejos.
Autor: Alfredo Ávila
Un esqueleto gigante de madera
Un secadero es básicamente un esqueleto de madera gigantesco. Su función es ofrecer elementos de cuelgue para las ristras de hoja de tabaco (o Bandelieren) y a la vez, protegerlas del exterior permitiendo la ventilación.
Bajo una estricta modulación (normalmente 20, 30 o 40 metros de largo) y a base de pilares, vigas y listones de madera maciza, se construían de hasta 4 alturas creando un gran vacío interior casi mágico, sin forjados, donde se cruzan pasarelas y entra la luz por las 4 fachadas tamizadas por las lamas.
Mediante poleas, las ristras con las hojas de tabaco se elevaban y colgaban cuidadosamente de las vigas, listas para pasar varias semanas. Inmediatamente después de la cosecha, las hojas de tabaco contienen aproximadamente un 90% de agua, que se reduce hasta el 15% durante el proceso de secado.
Así que aquí, el uso de la madera como material principal tenía un papel fundamental en el secado. La gran cantidad de madera y su porosidad regulan la humedad ambiental de forma pasiva y efectiva evitando condensaciones.
En la parte superior, una gran linterna hacía las veces de efecto chimenea para provocar la mayor renovación y circulación de aire posible, favoreciendo la creación de corrientes.
Como envolvente, las 4 fachadas a base de lamas de madera ponían límite a todo el gran espacio abierto interior.
Que las lamas estuvieran en horizontal o en vertical dependía de su grado de evolución; los primeros secaderos las tenían en vertical, dejando cierta distancia entre ellas, pero se llegaron a desarrollar mecanismos con las lamas en horizontal que permitían regular su apertura. Así se controlaba la entrada de aire, tema importante ya que cada fase de secado necesita distinto grado de ventilación.
Los secaderos de tabaco hoy
Hasta ahora, muy pocos propietarios han dado una nueva vida a sus secaderos, aunque por suerte existen excepciones. Michael Daum es una de ellas. Aprovechando su antigua vivienda de entramado de madera y el secadero en el jardín, ha montado un hotel restaurante en el mismo pueblo de Hayna. Donde la familia Daum secaba hojas, ahora se alojan huéspedes en el hotel Duwakschopp (en el dialecto local significa secadero de tabaco). Y en la planta baja, se sirve comida típica palatina en el restaurante Starker Tobak.
O más interesante aún es ver cómo la familia Blümig ha convertido un gigantesco secadero de Neibsheim en su nuevo hogar, salvándolo así de una demolición ya planeada. Además, lo hacen respetando la esencia del secadero y construyendo la vivienda entre las vigas interiores como si de un nido se tratase.
La tipología eficiente de los secaderos, su forma y la madera son el puzzle perfecto. Tan eficiente y especializada que algunas adaptaciones, por mucho que se hayan reflexionado, pueden dar algún quebradero de cabeza.
Al fin y al cabo se trata de espacios hechos para que el aire corra por ellos.
*Bonus:
– Aquí encuentras directamente la ubicación de Hayna, donde se concentran los secaderos.
– En este blog, una simpática turista narra su recorrido por la zona.
– Y aquí, la bloguera Anne Schwarz cuenta su espontánea visita a un secadero, con unas fotos espectaculares.
– Referencias:
www.rhein-neckar-industriekultur.de
www.wander-reporterin.de/tabakanbau
Christian Schüler und Heinz Straeter: Hayna. Geschichte eines Tabakdorfs in der Südpfalz, Speyer 1994.
Philipp Hoffmann: Anleitung zum Tabakbau, Stuttgart 1919.
Nachqualifikation der Denkmalzone, Ortskern Hayna, Direktion Landesdenkmalpflege und dem Institut für Kunstgeschichte und Musikwissenschaft Rheinland-Pfalz, 2019
Tabakschuppen in Nordbaden, Bautyp und Bestand, Denkmalpflege in Baden-Württemberg 4 | 2009
AlbertoMontielAuroraOrtiz
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